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¿Qué es Auto-Realización?

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Mensaje  rafa Dom Oct 31, 2010 11:05 am

A fin de responder a esta pregunta tan claramente como sea posible, vamos a distinguir seis etapas progresivas:

1ª: Ignorancia — no saber Lo Que uno es.
De 1ª a 2ª Gradual

2ª: Comprender — saber Lo Que uno es.
De 2ª a 3ª Abrupta

3ª: Ver — vislumbrar Lo Que uno es.
De 3ª a 4ª Gradual

4ª: Iluminación — ver constantemente Lo Que uno es.
De 4ª a 5ª Abrupta

5ª: Realización de Sí mismo — ser Quien uno es.
De 5ª a 6ª Gradual

6ª: Plena realización de Sí mismo —
— Ver constantemente Lo Que uno es.
— Ser constantemente Quien uno es.
— Realizar constantemente Que uno es.

Este esquema está sujeto a variación en los casos individuales. Por ejemplo, Comprender (2ª etapa) puede venir después de Ver (3ª etapa), y la Iluminación (4ª etapa) puede venir después de la realización de Sí mismo (5ª etapa). Además, algunas de las etapas pueden acortarse aunque no pueden evitarse. Y, por supuesto, los títulos escogidos para las seis etapas son más bien arbitrarios y no cuadrarán a todo el mundo. De hecho, una vez establecido un tal esquema, es fácil (y, al fin, necesario) demolerlo parcialmente. Sin embargo, antes de hacer eso, veamos hasta que punto puede aclarar incomprensiones sobre la naturaleza de la realización de Sí mismo y sobre cómo puede llegarse a ella.

1ª Ignorancia — no saber Lo Que uno es:
Las marcas de esta etapa son que uno cree que el mundo es real por sí mismo, que uno es un cuerpo, el cual es una parte del mundo, y que la consciencia de uno depende del cuerpo.
Las actividades que normalmente acompañan a esta etapa son la persecución del placer, y cuando eso se torna frustrante la persecución de posesiones y de poder, cuando eso se torna frustrante la persecución de reputación y de fama.

2ª Comprender — saber Lo Que uno es:
Una etapa decisiva en la vida de uno es cuando uno se vuelve desde el mundo que le rodea hacia su Centro, y pregunta Qué hay aquí. Más o menos gradualmente se llega a comprender que uno no es el cuerpo sino la Consciencia o el Sí mismo, que uno no es una cosa entre cosas sino esa única No-Cosa que es la Fuente, el Terreno y el Contenedor de todas las cosas. Uno llega a saber, y al final a creer sin la más mínima duda, que lo Real no es lo que es experimentado, sino el Experimentador, El Que no está en el mundo, sino en Quien el mundo está.
El trabajo intelectual profundo es característico de esta etapa. Toma la forma de discriminación siempre renovada entre el objeto o no-Sí mismo ahí, y el Sujeto o Sí mismo aquí, con el resultado de que uno deviene progresivamente desapegado del mundo e identificado con la Realidad de la cual depende. También es propio de esta etapa hablar y leer sobre materias espirituales, y la práctica de la meditación sistemática. Todo esto conduce al deseo de la Realización, experimentada directamente.

3ª Ver — vislumbrar Lo Que uno es:
Aunque es una preparación útil, ninguna suma de comprensión del Sí mismo resultará nunca en la visión del Sí mismo. Y por una buenísima razón: ver el Sí mismo es completamente incompatible con pensar sobre el Sí mismo, y es una experiencia mucho más simple y más directa. En lugar de saber que justamente aquí, en el Lugar que uno ocupa, hay esta brillante Claridad sin el menor rastro de cuerpo-mente, uno ve efectivamente esta Claridad, y la ve más aguda y convincentemente de lo que ve ninguna otra cosa. El Sí mismo aquí se ve a sí mismo perfectamente lúcido, transparente, evidente. De hecho, los meros objetos de afuera, por comparación, apenas se ven en absoluto: solamente se perciben aspectos muy limitados de ellos, remotamente y solo uno a la vez, y en la brecha espacio-temporal entre observador y observado es seguro que se deslizarán todo tipo de errores. No así verse a Sí mismo, donde Veedor y ver y visto son uno y lo mismo, coincidentes, no-separados por ningún intervalo de tiempo o espacio, con el resultado de que no hay ninguna posibilidad de error. Además, debido a que este verse a Sí mismo es ver lo que no tiene partes ni aspectos ni historia, es siempre un ver total y perfecto: uno no puede verlo a medias, ni tampoco puede uno ver solo su mitad. Ver el Sí mismo es verlo entero — mientras dura el ver. Este verse a Sí mismo es verdadera Liberación, la etapa decisiva. O más bien, es un salto repentino, no premeditado en la obscuridad: no el resultado de la intención ni del trabajo ni del mérito, sino el don libre de una Gracia que no ha de ser forzada. Sin embargo, este primer ver es, como regla general, un vislumbre repentino que no desemboca de inmediato en un estado constante. Se borra inmediatamente si no se lo atiende, y necesita renovación constante. En un sentido, por lo tanto, esta tercera etapa es solamente el comienzo de la verdadera vida espiritual.

4ª Iluminación — Ver constantemente Lo Que uno es:
Verse a Sí mismo necesita ser practicado y estabilizado, hasta que se hace continuo. En realidad «practicado» no responde al hecho: «saboreado» se acerca más al punto, debido a que ver es tan fácil, tan natural y agradable. No obstante, puede ser descuidado, y es indispensable una dedicación total. Normalmente, se requerirán años de ver más o menos deliberado antes de que ver devenga completamente automático, en todas las circunstancias de la vida diaria. Al final, no habrá ninguna ocasión que sea desfavorable a verse a Sí mismo.

5ª Realización de Sí mismo — ser Quien uno es:
Lo mismo que no hay ningún puente entre comprender el Sí mismo y ver el Sí mismo, así tampoco hay ningún puente entre ver el Sí mismo y ser el Sí mismo: la transición es un salto repentino propulsado por la Gracia. Ninguna suma de ver claramente Lo Que uno es — a saber, esta Vacuidad de cuerpo-mente — conducirá automáticamente a la experiencia de primera mano de ser Quien uno es — a saber, el Uno, la Única Realidad, el Solo. Ciertamente todo progreso en la estabilización de verse a Sí mismo hará más probable la realización de Sí mismo. Pero son órdenes de experiencia distintos e independientes, y es perfectamente posible avanzar en un único salto desde el ver inicial de Lo que uno es a ser Quien uno es, sin ninguna práctica del primero. Este cambio radical de consciencia, de identidad, sobreviene de repente, cuando quiere.
La señal de esta etapa es que, en lugar de pensar sobre y de ver el Uno, uno se siente efectivamente como el Uno. Uno responde a este Nombre, como antes respondía a un nombre humano. Uno experimenta directamente lo que es ser el Todo y la Fuente de todo.
Pero una vez más, esta realización no es, normalmente, constante, sino una serie de realizaciones, de destellos de la Identidad Suprema separados por periodos de olvido de Sí mismo.

6ª Plena Realización de Sí mismo — ser constantemente Quien uno es:
Nuevamente, no es ciertamente la práctica como una tarea o como un deber, sino como un saboreo siempre renovado, la que conduce al establecimiento permanente de la Identidad Suprema.
Y probablemente, mucho antes de que la Identidad se saboree ininterrumpidamente, se verá que incluye, además de ver Lo Que uno es, y de ser Quien uno es, darse cuenta de Que uno es. En otras palabras, aunque la experiencia de esta sexta etapa es en último recurso perfectamente simple e indivisible, no obstante debe incluir de alguna manera una estupefacción total — estupefacción ante el hecho «imposible» de que uno ha ocurrido, de que algo existe absolutamente, de que el Sí mismo es efectivamente. Aquí, uno dice «¡Yo soy!» y eso es suficiente. No Cómo yo soy o Lo Que yo soy, sino Que yo soy: no lo que parezco, o contengo, o hago, sino el hecho simple y pasmoso de que SOLO YO SOY — esta increíble proeza de haberme sacado a Mí mismo, sin ayuda ni razón ni causa, del caos de la no-existencia y de la nulidad al SER. Solo esto es verdadero conocimiento espiritual — el conocimiento del incognoscible Misterio, el cual es la estupefacción del Sí mismo ante Sí mismo.
* * *
El hecho de que algunas almas especialmente dotadas puedan ser capaces de combinar dos o más de estas seis etapas, abreviando así nuestra tabla, no invalida su sentido. Para la mayoría de nosotros, es esencial ordenar nuestras confusas ideas sobre la realización de Sí mismo, y cesar de confundir (por ejemplo) el mero comprender de la 2ª Etapa con el ver de la 3ª Etapa, o el ver de la 3ª Etapa con el ser de la 5ª Etapa; de otro modo, probablemente nos quedaremos satisfechos con una realización parcial, o (en el caso de la 2ª Etapa) con ninguna realización en absoluto, sino solamente con un entendimiento intelectual de la Verdad. Además, a menos que reconozcamos la diferencia entre las etapas de progreso gradual, donde la práctica sistemática es apropiada (por no decir esencial), y las etapas de avance repentino, donde la práctica es insignificante y solo cuenta la Gracia, corremos el peligro de dirigir mal nuestras energías.
La única manera de ver el Sí mismo es estar suficientemente interesado para mirar, de una vez por todas, al Lugar que uno ocupa. Y la única manera de ser el Sí mismo es someterse, de una vez por todas, a la experiencia de la Soledad. Estos dos saltos esenciales en la vida espiritual no pueden ser forzados ni trabajados ni ocurrir lentamente. Son dones misteriosos, impredecibles. Por otra parte, son eminentemente dignos de saber sobre ellos, debido a que es más probable que se otorguen a aquellos que tienen noticias de ellos, y que los desean fervientemente. La Gracia no da ningún don a la fuerza, pero se ha sabido que responde a una invitación apremiante y profunda.

Douglas Harding


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